Parque José L Damas. UCV - Facultad de Agronomía

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domingo, 29 de abril de 2018

UN CONDEMONIO

Antonio Barrera B

Un día del mes de enero, hace ya algo más de 6 años, me visitaron tres vecinos de la urbanización donde resido, aquí en San Felipe, y me propusieron que me encargara de la administración del condominio, lo cual me tomó por sorpresa. Ante la pregunta del por qué habían pensado en mí, siendo que en la urbanización vivían más de 50 familias, me dijeron que era por el interés que yo había manifestado por los problemas de la urbanización en las reuniones que había asistido. Yo no pensé demasiado para aceptar el reto y les dije que, si ellos estaban de acuerdo en colaborar conmigo, no tenía problema en aceptar. De inmediato convoque una Asamblea de Vecinos, donde se acordó que lo más importante era la seguridad del conjunto de viviendas que conformaban la urbanización. 

Hice una inspección a la Caseta de Vigilancia y vi que no funcionaba el baño, porque las llaves estaban dañadas, no había buena iluminación y no contaba con una superficie cómoda para tomar notas y colocar la papelería y artículos de uso diario 
En poco tiempo logre que los vecinos se interesaran en el tema y colaboraran con su aporte en efectivo o con su trabajo. Se remodeló la caseta y se colocó una lámpara exterior que permitía mantener iluminada el área de la caseta y una lámpara que se activaba en presencia de alguna persona, lo cual permitía su seguridad e identificación por el guardia de la Caseta de Vigilancia. Hecho eso, se instaló un motor para abrir y cerrar el portón, con un sistema de control remoto y un sensor de movimiento para detener el portón, en el caso de que pasase un peatón o un vehículo. Se hicieron varios letreros para la entrada a la urbanización y para la colocación de la basura por tipo (restos de alimentos, papel y cartón, vidrio y metales), lo cual facilitaría su segregación y reciclaje. 

Hice contacto con una empresa que nos proporcionó, a un costo muy bajo, un equipo electrónico programable para abrir el portón con una llamada telefónica, desde los teléfonos autorizados. Al instalarlo, resolvimos los problemas asociados al daño ocasional o a la pérdida de los controles remotos y nos dio la posibilidad de abrir el portón a distancia, desde cualquier lugar. También permitía abrir el portón con un mensaje o bien alertar en el caso de intromisiones o secuestros. Prácticamente se redujeron a cero los robos y la intromisión, a la urbanización, de personas indeseables y de vehículos no autorizados. Cuando se contrató el servicio de vigilancia no solo se controlaba el acceso al urbanismo, sino que se establecía comunicación con las personas que iban a ser visitadas, para lo cual se instaló un teléfono en la caseta, con un control de llamadas y un sistema diseñado por los mismos vecinos. 

Me di cuenta que eso no iba a durar por siempre y organicé un grupo de jóvenes para que se encargara de el marcaje, con pintura, de los sitios donde estaban los policías acostados que se habían construido para hacer que los conductores redujesen la velocidad 

Al tener mayor cantidad de inversiones, también hubo que gastar más en el mantenimiento por lo que fue necesario aumentar gradualmente la cuota de condominio a cada uno de los vecinos. En los 6 años que estuve al frente de la Junta de Condominio, la cuota paso de Bs.160 a Bs.460. De allí que algunos vecinos decidieron pagar menos y otros no pagar, en absoluto. En ese momento, me gané su enemistad y la de otros a quienes cobré cuotas atrasadas o bien, les cobré las cuotas especiales. 
Varios vecinos se unieron para protestar y, quizás, buscando protagonismo, convocaron una asamblea sin tomar en cuenta la autoridad de la Junta de Condominio. También corrieron la voz que el dinero no llegaba a la cuenta, sino que era desviado a mi bolsillo. De esa forma, se generó un movimiento en contra de la Junta de Condominio. En las asambleas de propietarios, esas personas se unían para boicotear las reuniones y solicitar actas, recibos y documentos varios; también visitaron la empresa de vigilancia y amenazaron a sus empleados con quemarles sus papeles 

Eso no quedo allí. Uno de los vecinos fue identificado por las cámaras durante el sabotaje que le hizo a las instalaciones del portón, destrozando el cableado, para poder entrar y salir a su antojo. Otros videos registraron el ingreso ilegal de vehículos de alquiler que eran usados como motel, dentro de la urbanización, en horas de la noche. También quedó registrado en los videos, como algunos vecinos metían la mano dentro de la caseta, por el lado de la barra, para poder entrar sin el control. También se registraron choques contra el portón que al final lo dañaron. 

Con el esfuerzo personal de la directiva, se taparon varios de los huecos existentes en las vías internas del condominio y, cuando estábamos en eso, llegó una camioneta de la alcaldía de San Felipe y el personal nos explicó que esa era tarea de ellos y que nosotros no debíamos interferir con las mismas. Acudimos a la Alcaldía y nos dijeron que un miembro de la comunidad había solicitado el servicio porque la Junta del Condominio no actuaba. 

Tales acciones condujeron a que la Junta que yo presidía renunciara, en pleno, para darle paso a quienes estorbaron nuestra gestión. Hoy día, en menos de un año, la compañía de vigilancia falla con frecuencia, el portón está dañado y la cuota es de Bs.200.000 por familia 

Por eso el título de esto que escribo; se parece, como en otros sitios del mundo, a lo que son las administradoras de espacios habitacionales compartidos: ¡¡¡UN CONDEMONIO!!!

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