Parque José L Damas. UCV - Facultad de Agronomía

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viernes, 5 de abril de 2019

TEMA DE TERTULIA Las Películas - El Cine Venezolano

Julio Viera D


En esta cuarta entrega, seguiré con la sección de las películas; pero en esta oportunidad me referiré a las películas venezolanas. En la entrega anterior quise empezar con las películas latinoamericanas porque, particularmente Argentina y México, tuvieron mucha influencia en el inicio del cine en nuestro país. 

Yo creo que en Venezuela el cine tuvo cinco comienzos. Los tres primeros duraron poco tiempo, en el cuarto es cuando hay un verdadero arranque y, en el quinto, logra consolidarse. Veamos algunos detalles de esos comienzos. 

El primero, en la década del 40, fue un comienzo tímido, se basó principalmente en co-producciones con países como Argentina. 

“La Balandra Isabel Llegó Esta Tarde”, Premio de Fotografía en Cannes 1951, es el ejemplo más conocido. Basada en un cuento del escritor venezolano Guillermo Meneses, fue protagonizada por los actores argentinos Virginia Luque y Arturo de Córdova; entre los venezolanos se destacaron Tomás Henríquez y el niño Néstor Zavarce. 

En el segundo comienzo, década del 50, se empiezan a realizar películas con personal venezolano principalmente. “Araya” es la más conocida de esta etapa, su directora, Margot Benacerrat, fue premiada en Cannes en 1959. En esa década, Rómulo Gallegos estaba en México y asesoró la filmación de dos de sus novelas: “Doña Bárbara”, con María Felix, y “Canaima”, con Jorge Negrete. 

En el tercer comienzo, ya en los 60, Román Chalbaud ofrece su primera producción “Caín Adolescente”, protagonizada por Carlota Ureta Zamorano, Edgar Jiménez, Orángel Delfín y Milagros de Valle. 

Continúan las coproducciones con México, “Yo y Las Mujeres”, con Amador Bendayán), fue una de ellas. En otras aparecieron algunos cantantes como Alfredo Sadel y Adilia Castillo. A finales de los sesenta, Joselo protagoniza “El Raspao”, basado en un cuento de José Izquierdo. 

Hacia 1970, la llegada de un director mexicano, Mauricio Walerstein, va a colaborar con el cuarto comienzo. Él dirigió la versión cinematográfica de la novela “Cuando Quiero Llorar no Lloro” de Miguel Otero Silva. Este comienzo fue apoyado por el gobierno a través de FONCINE, con el cual se logró un ciclo largo (tres décadas) y la aparición de varios directores nuevos, entre los que se pueden mencionar: Luis Alberto Lamata, “Desnudo con Naranjas”; Alfredo Anzola, “Coctel de Camarones en el Día de la Secretaria”; Carlos Oteyza, “La Voz del Corazón”; Solveig Hoogesteijn, “Acosada”; César Bolívar, “Domingo de Resurrección”; y Alberto Arvelo, “Una Vida y Dos Mandados” (Fig. 5). Una que me gustó y no la llegué a ver en cartelera fue “Pluma de Arcángel” (Fig. 6), de Luis Manzo, sobre un cuento de Arturo Uslar Pietri. 
La Fundación de la Villa del Cine, más o menos en el 2000, permitió un quinto comienzo, el cual coincide lamentablemente con el inicio de la decadencia de Román Chalbaud que, debido a su simpatía con el gobierno, comienza a dirigir películas por encargo como “El Caracazo” y “Ezequiel Zamora”. Varios films de este ciclo han resultado muy exitosos como “Habana Eva” de Fina Torres (Fig. 7), “Azul y no Tan Rosa” de Miguel Ferrari (Fig. 8) y “Papita, Maní, Tostón” de Luis Carlos Hueck (Fig. 9) 



A pesar de la influencia de Argentina y México, el cine venezolano no siguió la tendencia de costumbristas, comedias y dramas. En “La Balandra Isabel Llegó Esta Tarde” y “Araya” se muestran algo de las costumbres de la gente de la costa pero es porque se trata del escenario 

En la primera, también se muestra algo de los bailes de tambor, igual que en alguna que otra película, pero no se ha destacado. 

Sobre la música llanera, que es la más representativa del país, creo que se ha mostrado poco. Recuerdo que en la versión mexicana de “Doña Bárbara”, se presenta un grupo con arpa tocada a la manera veracruzana que, a mi parecer, desentona. Sobre los otros dos géneros, ha sucedido algo muy venezolano, los mezclan. De esta manera, en el desarrollo de la película, el espectador puede reír y llorar. A José Ignacio Cabrujas (QEPD) le gustaba escribir libretos de esta forma, por ejemplo: “Homicidio Culposo” y “Amaneció de Golpe”. 

Se ha dicho con frecuencia que las películas venezolanas ofrecen mucha violencia y dicen muchas groserías y que por eso no tienen mucho público. No me parece un buen argumento porque Venezuela, lamentablemente, es un país violento y se dicen groserías hasta sin necesidad; además películas muy taquilleras, como “Soy Un Delincuente”, I y II, de Clemente de La Cerda, han sido las que han tenido más público. También se puede agregar que el cine norteamericano ofrece muchas películas que se caracterizan por esas dos razones (las groserías no se entienden porque no salen en los subtítulos o no las traducen). 

¿Cuál es la verdadera razón por la que a los venezolanos no les gustan sus películas? es difícil de establecer; sin embargo, a través del tiempo, se han ofrecido otros temas y varios de ellos han sido bien recibidos. Román Chalbaud ha tocado el tema del submundo de los bares, la prostitución, las drogas y ha tenido bastante éxito, como por ejemplo: “La Gata Borracha”. La guerrilla urbana, que una vez fue un problema importante, ha sido tema de “Cuando Quiero Llorar No Lloro” y de “País Portátil”, de Iván Feo (Fig. 10). Otro tema, los sucesos nacionales, también ha sido considerado, “Cangrejo I”, el caso del Padre Biagi, “Cangrejo II”. el secuestro del niño Vega, y “El Atentado”, la muerte del abogado Carmona. Incluso el tema romántico, “Oriana”, de Fina Torres, por ejemplo, ha sido ofrecido. Algunas de estas películas han logrado vencer el problema de poca taquilla. 

En los últimos años se había logrado estabilizar una buena producción anual de películas, de 3 o 4, pero en los dos pasados parece que ha vuelto a bajar. 

En la próxima entrega trataremos el Cine Norteamericano.


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