Pedro García M
Hoy nos corresponde conversar sobre este fascinante tema. La música ha estado siempre presente en el cine, desde su nacimiento en 1895 e incluso, al principio, con el cine mudo. El cine sonoro nació en 1926, cuando la productora americana Warner Brothers introdujo el sistema Vitaphone que permitía la grabación de las bandas sonoras musicales y los textos hablados en grandes discos que se sincronizaban con la acción de la pantalla.
La primera película con sonido fue “El Cantante de Jazz” (1927) que incorpora algunos pasajes hablados y cantados. Pero, la producción de música cinematográfica en Hollywood comienza, verdaderamente, en 1929 con el compositor vienés Max Steiner, creador de 300 bandas sonoras de películas, siendo uno de sus iconos la de la película “Lo que el viento se llevó”, ganadora de 8 Óscar de la Academia de Hollywood.
La música es uno de los elementos fundamentales para conseguir una mayor carga expresiva en el desarrollo de ciertas escenas y reforzar el mensaje visual en la comicidad o en el dramatismo de las imágenes. No hay película moderna que no incluya música, desde complejas partituras orquestales hasta sencillas canciones pop o tradicionales. En un principio, para acompañar las proyecciones cinematográficas, se seleccionaban fragmentos de música clásica, que se incorporaban a las escenas de emoción, alegría o drama que aparecían en las películas. Existían una serie de tópicos para la música que se incorporaba a algunas escenas, por ejemplo, si la escena trataba de una boda, se escuchaba la Marcha Nupcial de Mendelssohn o de Wagner; para entierros o escenas fúnebres, la Marcha fúnebre de Chopin; cuando aparecía un personaje dormido, la Canción de Cuna de Brahms; y para escenas de muerte, de ejecuciones, etc., redobles de timbal.
El impacto de la música cinematográfica en el espectador es el resultado de varias funciones que buscan cautivarlo: (i) ambientar una historia en un tiempo y lugar determinado, esto significa que el compositor debe encontrar la música que esté más en consonancia con el período o ambiente social que la película refleja; así por ejemplo, las escenas relacionadas con la antigüedad no se ambientan con la misma música que las escenas que suceden en un tiempo moderno; (ii) contribuir al desarrollo del elemento psicológico en los personajes; además de indicarnos lo que sienten, puede ayudarnos a conocer la personalidad de los personajes; (iii) servir como fondo para los diálogos, dándoles un punto de sentimentalismo, dramatización, etc.; (iv) unir escenas que sin la música serían difíciles de conectar; (v) hacer más claras y accesibles algunas escenas, al ayudar que el espectador reciba claramente la lectura que el director quiere que haga de una escena o acción; (vi) involucrar emocionalmente al espectador, enfatizando aspectos no expresados en las imágenes; (vii) servir como fondo neutro de algunas secuencias al llenar los pasajes vacíos, como las pausas entre las conversaciones y (viii) crear un sentido de continuidad, salvando y enlazando pasajes que sin la música aparecerían desconectadas.
El contenido musical de la partitura depende completamente del tipo de película para la que se está componiendo la música y de las emociones que el director desea transmitir. Se puede usar cualquier tipo de sonido, desde orquestas sinfónicas hasta instrumentos individuales, solistas, bandas de rock y combos de jazz, junto con una multitud de influencias de música étnica y mundial, solistas, vocalistas, coros y texturas electrónicas e incluso ruidos del día a día. El estilo de la música también varía enormemente de un proyecto a otro y puede verse influido por el período en que se establece la película, la ubicación geográfica de la acción e incluso los gustos musicales de los personajes.
Hay dos maneras de incluir la música en una escena, como música diegética y como música incidental. La música diegética es la que forma parte de lo que está sucediendo en la acción, surgiendo de elementos que están presentes en la escena; por su parte, la música incidental (comúnmente llamada score en inglés), es la que acompaña la acción, pero no pertenece a ella, los personajes no la escuchan teniendo sentido solo para el espectador; son las composiciones que realzan y complementan la mayoría de las escenas en el filme como música de fondo.
Un género de películas de mucha aceptación y donde la música y su compositor pasan a ser los principales protagonistas es “El musical”; nacido en Estados Unidos hacia la primera mitad del siglo XX y desarrollado sobre todo en los teatros de Broadway en Nueva York. Ningún otro género cinematográfico, ni siquiera el western, es tan inequívocamente estadounidense como el musical ya que es asociado habitualmente con Broadway o la escena hollywoodense. Básicamente se trata de una producción teatral en la que se combinan canciones interpretadas por coros con acompañamientos instrumentales y en las que aparecen, en ocasiones, danzas y bailes, en un principio bajo un argumento dramático. Unas de las más famosas películas que destacan en este género son: “West Side Story” (1961), adaptación moderna del famoso drama “Romeo y Julieta” de William Shakespeare, premiada con 10 Óscar, entre ellos a la mejor banda sonora, y cuya música fue compuesta por Leonard Bernstein; “El Mago de Oz” (1939), “Mary Poppins” (1964), “La Novicia Rebelde” (1965), “Cabaret” (1972), Vaselina (1978), “La Land” (2016), entre otras.
Bueno, los dejo, me voy con mi música a otra parte; ya estoy entrando a una función de cine continuado en el teatro Urdaneta, mientras baja la cola para sacer efectivo de un telecajero. Hasta la próxima
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