Pedro Raúl Solorzano P
Los integrantes de la Promoción de Ingenieros Agrónomos Nº XXI, Profesor Alejandro Rodriguez Landaeta, como grupo, comenzamos siendo unos adolescentes y jóvenes que llegamos a la Facultad de Agronomía de la Universidad Central de Venezuela en el año 1960, iniciamos nuestros estudios en el mes de octubre de ese año y concluimos las responsabilidades académicas en el mes de diciembre del año 1965. Luego del impacto de la vida universitaria por más de cinco años, sufriendo la metamorfosis que promueve ese período de instrucción, de convivencia, de madurez intelectual y personal, terminamos siendo un grupo de jóvenes y adultos con títulos de ingenieros agrónomos.
Pedro Solorzano y Carlos Aquique en práctica de Edafología
La primera experiencia colectiva que tuvimos en la Facultad de Agronomía, fue la del famoso “bautizo”, algo que en esos años y tradicionalmente se aplicaba a los nuevos estudiantes, que eran identificados como “peluos”. Recordamos que en la primera semana de clases, desde el lunes hasta el miércoles hubo actividades normales, asistiendo a clases distribuidos en tres secciones, A-B-C, en cada una de las cuales se ubicaban los estudiantes en orden alfabético, de tal manera que la sección A comenzaba con apellidos cuya inicial era la letra A como p.e. Albornoz; mientras que la sección C terminaba con apellidos cuya inicial es la letra Z como p.e. Zamora. Al llegar al segundo semestre, los estudiantes nos inscribíamos en cualquier grupo según nuestra conveniencia; y así fuimos agrupándonos y compartiendo prácticamente con todos los estudiantes de esa cohorte, y algunos de cohortes anteriores que por alguna razón llevaban materias atrasadas.
De izquierda a derecha: José “Pipo” Palacios, Pedro Solorzano, Jorge Pereira, Fidel Velasquez, compañero no identificado, y Tito “Papelón” Guilarte.
En el transitar por las aulas universitarias fuimos estudiantes que aprovechamos la excelencia que nos brindaba nuestra escuela: buenos profesores, buena infraestructura con aulas y laboratorios bien equipados, una biblioteca que crecía y se modernizaba al paso de esos años, una convivencia y una gran madurez política. Eran momentos en los cuales en el país comenzaba a instaurarse un período democrático con todos los enfrentamientos, discrepancias y concordancias de pensamiento y actuación, que existían para ese entonces. La actividad deportiva era casi inexistente a nuestra llegada, la ayudamos a crecer en cantidad y calidad, pasando de ser un hazme reir a líderes en los juegos inter facultades de la UCV.
Hemos dejado al deporte de último, ya que merece un comentario especial. A nuestra llegada a la facultad, casi no había una actividad deportiva que incluyera masivamente a la comunidad universitaria, solo se realizaban encuentros de soft ball con profesores, estudiantes, personal administrativo y obreros. A los juegos inter-facultades asistía un equipo de béisbol de regular calidad y un equipo de volibol muy malo. Desde los comienzos de la era democrática, la actividad deportiva en los liceos y otros institutos de educación secundaria del país comenzó a tener importancia, por lo que cuando ingresamos a la vida universitaria nos estaba haciendo falta este ingrediente. Fue así como comenzamos a promover el deporte en la facultad, y llegó un momento en el cual realizamos unos juegos internos con masiva participación de todos los miembros de la institución, unos como deportistas y otros como espectadores que animaban las tribunas. Se comenzó la ampliación de los campos deportivos que solo consistían en el campo de béisbol y la pista de atletismo. Así fue creciendo esta actividad hasta que llegamos a participar con entera gallardía en los juegos inter facultades ganando algunos trofeos importantes.
Con este resurgir deportivo comenzaron a descollar atletas de pista y campo, el equipo de béisbol fue mejorando, en volibol subimos varios escalones, en baloncesto llegamos a tener un equipo ganador, pero en futbol logramos los máximos honores. Recordamos que habiendo sobresalido nuestra oncena en los juegos inter facultades de ese año, cuando se organizaban en Caracas los equipos de la UCV para los primeros juegos nacionales inter-universitarios, solo incluyeron en esa selección a un jugador de nuestro equipo. Por supuesto que la protesta no se hizo esperar y luego del reclamo correspondiente, la comisión de deportes en Caracas decidió realizar un juego en el estadio olímpico, entre la selección de futbol que habían estructurado y el equipo de la Facultad de Agronomía, conviniendo que el ganador se reforzaría y representaría a la UCV en los mencionados juegos. El resultado fue 1-0 a nuestro favor y no fue honrado el compromiso, por lo cual la UCV asistió a esos juegos con dos divisas, los de Caracas y los del Núcleo Maracay. Leer mas...
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