Parque José L Damas. UCV - Facultad de Agronomía

Parque José L Damas. UCV - Facultad de Agronomía

miércoles, 28 de febrero de 2018

EN UNA NOTA: La Música de Semana Santa

Pedro García M

La Semana Santa, además de ser la manifestación de una fe religiosa que conmemora la pasión, muerte y resurrección de Jesús de Nazaret, es también un hecho cultural con expresión musical en Venezuela y en el mundo.
 
Los venezolanos, en particular los caraqueños, peregrinan en procesión para venerar al Nazareno de San Pablo, una de las tradiciones más antiguas del país, convertida en uno de los festejos religiosos más importantes de la Semana Santa. Igualmente, en otros países, es tradición la procesión del Santo Sepulcro durante el Viernes Santo. 

Hablar de música de Semana Santa es hablar de un estilo, de formas, de maneras y, sobre todo, es hablar del rigor que acompaña y se desprende de la plasticidad de los pasos procesionales, de la austeridad de los oficios religiosos y de los actos que muestran la pasión de Cristo crucificado. La capacidad creativa del ser humano, a través de las manifestaciones artísticas, en este caso la música, hace que, hasta el sufrimiento, el dolor, y la incomprensión, como es el caso de la Pasión de Cristo, se conviertan en algo sublime y majestuoso que ha inspirado, desde hace siglos, a los grandes compositores de la historia. Misas, motetes, pasiones, oratorios y una larguísima variedad de piezas musicales de todos los tiempos ha sido dedicada a la Semana Santa. 

Los Improperios, del latín Improperium, reproche, son los versículos que se cantan en el oficio de la tarde del Viernes Santo en la Iglesia Católica, durante la ceremonia llamada Adoración de la Cruz; son, de hecho, los reproches de Cristo a su pueblo que lo ha rechazado. 

Las marchas procesionales, que representan el género musical utilizado para acompañar los desfiles procesionales, descienden directamente de las marchas fúnebres extraídas de obras de auténtico peso de la literatura musical. La marcha procesional enraíza en la segunda mitad del siglo XIX y lo hace bajo el concepto de marcha fúnebre, forma musical durante la corriente estilista del Romanticismo, y de la cual emanaron grandes composiciones que posteriormente, debido al escaso repertorio a que tuvieron que enfrentarse las primeras bandas de música, fueron adaptadas y tocadas en las procesiones de Semana Santa

Ejemplos de grandes piezas musicales cuyo motivo es la Semana Santa son: el Segundo Movimiento de la Tercera Sinfonía de Beethoven, el segundo movimiento de la Sonata para Piano Nº 2 de Frédéric Chopin, la marcha fúnebre de Sigfrido de la ópera El Ocaso de los Dioses de Richard Wagner, la marcha Juana de Arco de Gounod, las marchas fúnebres de Schubert, el «Adiós a la Vida» de la ópera Tosca de Giacomo Puccini, entre otras. Se considera a José Gabaldá Bel, quien fuera director de la Banda de la Guardia Real en Madrid, como uno de los primeros en componer expresamente marchas fúnebres para la Semana Santa.

En Venezuela, la primera gran generación musical venezolana de la época colonial, agrupada en la llamada “Escuela de Chacao”, a finales del siglo XVIII, dedicó sus mejores partituras a la celebración de la Semana Mayor. Entre ellas sobresale la composición titulada “Popule Meus”, de José Ángel Lamas (1775-1814), obra cumbre de la música colonial criolla, que se engloba dentro de los llamados “Improperios” y suele interpretarse en el oficio de Viernes Santo, durante la Adoración de la Cruz. 

Por cierto, la existencia de dos originales del Popule Meus permite suponer que la conocida pieza, hasta ahora atribuida al maestro Lamas, es original del compositor caraqueño Juan Manuel Olivares, el ilustre mulato libre, organista del Oratorio San Felipe Neri de Caracas, tal como lo reseña David Coifman en su artículo: “¿Dos Popule meus? Indicios de un Increíble Plagio Histórico”, publicado en la Revista El Desafió de la Historia, Año 1, N° 3. 

El Popule meus (1791), de Olivares, inicialmente concebida para cuatro voces, habría requerido los arreglos del maestro José Ángel Lamas para tres voces con agregado de oboes, en razón de la cual se la describiría como compuesta por Lamas. Para la época, “componer” era sinónimo de “orquestación”, de “arreglar”; pero, es probable que la interpretación del vocablo “componer” en su acepción contemporánea (crear, armonizar, escribir una obra musical) haya generado la confusión y provocado que se le atribuyera al maestro Lamas la autoría del Popule meus.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Muchas gracias por su participación.