Parque José L Damas. UCV - Facultad de Agronomía

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lunes, 29 de octubre de 2018

El Individuo “XY” y lo Femenino II

Ing° Agr° Julio Viera

En la primera parte del presente artículo, presentada en el boletín El Corocillo, Año 06 N° 10, el autor se refirió a los cromosomas sexuales (X e Y), los cuales permiten la diferenciación sexual: las hembras llevan dos X y los machos una X y una Y, y concluía con las experiencias obtenidas en trabajos de investigación genética realizados con la mosca de las frutas (Drosophila melanogaster), que indicaban que la función del cromosoma Y no es igual en las diferentes especies y que el cromosoma X puede inducir cambios hacia la feminidad en machos.

Respuestas del Individuo” XY” a lo Femenino
Hasta ahora hemos mencionado dos condiciones del XY en su comportamiento sexual, de acuerdo a su objeto sexual (OS), que son: “la heterosexualidad” y “la homosexualidad”. Estas condiciones implican dos respuestas del individuo XY frente al individuo XX que serían de atracción y aparente rechazo, respectivamente. Sin embargo, los individuos XX son seres complejos y para hablar de cómo responden ante ellos los individuos XY es conveniente señalar algunos detalles que permiten definir algunas variantes para la homosexualidad y además establecer una tercera condición: “la misoginia”.

Esas tres condiciones hacen que ahora no sea fácil hablar de la condición sexual de un macho, varón u hombre. Entonces, para no usar estas palabras, he preferido referirme a la constitución cromosómica de los individuos que definen el papel reproductivo en los humanos: el XY que aporta los espermatozoides y el XX que aporta los óvulos. La condición sexual de ellos dependerá de su manera de ser; esto es: su comportamiento sexual (Cuadro N° 1).


Componentes de lo Femenino
Normalmente, las mujeres muestran su condición femenina mediante tres componentes básicos, 1) sus partes anatómicas, ya señaladas como caracteres primarios y secundarios; 2) los gestos y manera de hablar y 3) la ropa (interior y exterior) que, junto con el maquillaje, complementan su apariencia.
Ante estos componentes (Cuadro N° 1), el “heterosexual” reacciona con admiración, gusto y deseo, lo cual sería lo normal para un individuo XY. Pero, hay individuos XY que tratan de imitar algunos de esos componentes y se podrían considerar “homosexuales” y, se les ubicaría de acuerdo con el componente imitado, Finalmente, aparece la condición de “misóginos”, de quienes se dice que son hombres que sienten odio o aversión por las mujeres; en el cuadro se señalan como hombres que sienten desprecio por dos de los componentes, su objeto sexual siguen siendo las partes anatómicas de ellas, y se dice que, al culminar el acto sexual, se apartan rápidamente de la dama. Algo así se decía de J. V. Gómez, quien presuntamente no pasaba una noche completa con alguna de sus compañeras. García Márquez representa esta condición de una manera parecida en su novela “El Otoño del Patriarca”.

Bandazos de la Sexualidad
Pero, hay otro factor que ha influido en el comportamiento del individuo XY en los últimos años: los diversos movimientos que se han manifestado en la búsqueda de una sexualidad más libre.
En su columna dominical de El Nacional, “Pizarrón”, Uslar Pietri escribió una vez que la economía del mundo occidental se movía a bandazos entre el Liberalismo y el Socialismo, queriendo decir que había momentos en que varios países defendían el libre mercado y otros se movían hacia el estatismo. De una manera parecida, en varias bandas, la sexualidad de la sociedad de esta parte del mundo se ha ido moviendo.
A principios del siglo XX, el machismo era la tendencia más fuerte; pero, la entrada fuerte de la mujer al mercado laboral, entre las décadas 20 y 30, produjo un cambio importante cuando las mujeres empezaron a reclamar sus derechos. Hacia los años 60, “el feminismo” tomó mucha fuerza; fueron los años de la llamada “Revolución Sexual”. A partir de los 80, fueron “los homosexuales” quienes empezaron a exigir que se les reconocieran sus derechos y se llega al bandazo del “homosexualismo”. Pero, antes de finalizar el siglo, empezó a imponerse en la manera de vestir, de peinarse y de arreglarse a partir de una moda llamada unisex que se fue extendiendo hacia el comportamiento sexual y se fue popularizando la “bisexualidad”, condición bajo la cual, para los jóvenes, es común tener sexo con sus congéneres o con individuos del otro sexo. Muchos de los jóvenes pasan por momentos de indecisión y terminan definiéndose cuando se enamoran; por eso se ha incrementado la frecuencia de matrimonios del mismo sexo. En consecuencia, este momento estamos pasando por el bandazo del “bisexualismo”.

Un Gradiente de Masculinidad
Ante todo, establecer un gradiente de masculinidad es un asunto subjetivo. Para establecerlo (Cuadro N° 2), se partió de las tres condiciones mencionadas anteriormente: heterosexual, homosexual y misógino; en la segunda columna, se colocó una forma resumida del comportamiento de algunos individuos y, en la tercera columna, tomando como base ese comportamiento, se le asignó, arbitrariamente, un grado.
En principio, se parte de la idea del “heterosexual”, que llamamos “Caballero Andante”, como el centro de la masculinidad (tantos siglos cabalgando y sigue siendo el hombre modelo, el “Príncipe Azul” con el que sueñan muchas damitas), con un incremento hacia abajo y una disminución hacia arriba. Pero, es importante aclarar algunos detalles porque hay mucho prejuicio sobre este asunto; por ejemplo: hay quien podría considerar que los dos primeros grados señalados hacia arriba como “el Educado” (que se le describe con hablar suave y sin decir groserías) y “el Refinado”, (muy de moda en la actualidad y que se identifica con quienes van a los gimnasios) deberían considerárseles en menor grado de masculinidad que el “Caballero Andante”. No estoy de acuerdo porque sería darle la razón a aquellos que sostenían que la educación, los buenos modales y la buena apariencia eran para las muchachas. Por otra parte, “el Amanerado” sí es un caso que confunde, por eso se ha ubicado en el límite, a mi manera de ver la mayoría de ellos no es homosexual; más aún, he oído, entre las damas, que son tremendos seductores. El caso siguiente, “el Homo Macho”, también confunde porque usualmente es de apariencia muy varonil y pertenece al grupo de los indecisos cuya definición puede ser tardía; la mayoría parece que tiende a la homosexualidad. Los “De Closet” también tardan en definirse, aunque en la intimidad o, por ejemplo, bajo el efecto del alcohol, tienden a manifestar su condición. Los “Homo Hembra”, aunque sin usar prendas femeninas, son bastante descarados, como dicen por ahí: muestran las plumas. Los otros dos grados son muy evidentes.

El presente artículo puede ser leído en su totalidad AQUÏ


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