Ing° Agr° Julio Viera
Respuestas del Individuo” XY” a lo Femenino
Hasta ahora hemos mencionado dos condiciones del XY en su comportamiento sexual, de acuerdo a su objeto sexual (OS), que son: “la heterosexualidad” y “la homosexualidad”. Estas condiciones implican dos respuestas del individuo XY frente al individuo XX que serían de atracción y aparente rechazo, respectivamente. Sin embargo, los individuos XX son seres complejos y para hablar de cómo responden ante ellos los individuos XY es conveniente señalar algunos detalles que permiten definir algunas variantes para la homosexualidad y además establecer una tercera condición: “la misoginia”.
Esas tres condiciones hacen que ahora no sea fácil hablar de la condición sexual de un macho, varón u hombre. Entonces, para no usar estas palabras, he preferido referirme a la constitución cromosómica de los individuos que definen el papel reproductivo en los humanos: el XY que aporta los espermatozoides y el XX que aporta los óvulos. La condición sexual de ellos dependerá de su manera de ser; esto es: su comportamiento sexual (Cuadro N° 1).
Componentes de lo Femenino
Normalmente, las mujeres muestran su condición femenina mediante tres componentes
básicos, 1) sus partes anatómicas, ya señaladas como caracteres primarios y
secundarios; 2) los gestos y manera de hablar y 3) la ropa (interior y
exterior) que, junto con el maquillaje, complementan su apariencia.
Ante estos componentes (Cuadro N° 1), el “heterosexual” reacciona con
admiración, gusto y deseo, lo cual sería lo normal para un individuo XY. Pero, hay
individuos XY que tratan de imitar algunos de esos componentes y se podrían
considerar “homosexuales” y, se les
ubicaría de acuerdo con el componente imitado, Finalmente, aparece la condición
de “misóginos”, de quienes se dice
que son hombres que sienten odio o aversión por las mujeres; en el cuadro se
señalan como hombres que sienten desprecio por dos de los componentes, su
objeto sexual siguen siendo las partes anatómicas de ellas, y se dice que, al
culminar el acto sexual, se apartan rápidamente de la dama. Algo así se decía
de J. V. Gómez, quien presuntamente no pasaba una noche completa con alguna de
sus compañeras. García Márquez representa esta condición de una manera parecida
en su novela “El Otoño del Patriarca”.
Bandazos de la Sexualidad
Pero, hay otro factor que ha influido en el
comportamiento del individuo XY en los últimos años: los diversos movimientos
que se han manifestado en la búsqueda de una sexualidad más libre.
En su columna dominical de El Nacional, “Pizarrón”,
Uslar Pietri escribió una vez que la economía del mundo occidental se movía a
bandazos entre el Liberalismo y el Socialismo, queriendo decir que había
momentos en que varios países defendían el libre mercado y otros se movían
hacia el estatismo. De una manera parecida, en varias bandas, la sexualidad de
la sociedad de esta parte del mundo se ha ido moviendo.
A principios del siglo XX, el machismo era la
tendencia más fuerte; pero, la entrada fuerte de la mujer al mercado laboral,
entre las décadas 20 y 30, produjo un cambio importante cuando las mujeres
empezaron a reclamar sus derechos. Hacia los años 60, “el feminismo” tomó mucha
fuerza; fueron los años de la llamada “Revolución
Sexual”. A partir de los 80, fueron “los
homosexuales” quienes empezaron a exigir que se les reconocieran sus
derechos y se llega al bandazo del “homosexualismo”.
Pero, antes de finalizar el siglo, empezó a imponerse en la manera de vestir,
de peinarse y de arreglarse a partir de una moda llamada unisex que se fue extendiendo hacia el comportamiento sexual y se
fue popularizando la “bisexualidad”, condición
bajo la cual, para los jóvenes, es común tener sexo con sus congéneres o con
individuos del otro sexo. Muchos de los jóvenes pasan por momentos de
indecisión y terminan definiéndose cuando se enamoran; por eso se ha
incrementado la frecuencia de matrimonios del mismo sexo. En consecuencia, este
momento estamos pasando por el bandazo del “bisexualismo”.
Un Gradiente de Masculinidad
Ante todo, establecer un gradiente de masculinidad es
un asunto subjetivo. Para establecerlo (Cuadro N° 2), se partió de las tres
condiciones mencionadas anteriormente: heterosexual, homosexual y misógino; en
la segunda columna, se colocó una forma resumida del comportamiento de algunos
individuos y, en la tercera columna, tomando como base ese comportamiento, se le
asignó, arbitrariamente, un grado.
En
principio, se parte de la idea del “heterosexual”,
que llamamos “Caballero Andante”,
como el centro de la masculinidad (tantos siglos cabalgando y sigue siendo el
hombre modelo, el “Príncipe Azul” con el que sueñan muchas damitas), con un
incremento hacia abajo y una disminución hacia arriba. Pero, es importante
aclarar algunos detalles porque hay mucho prejuicio sobre este asunto; por
ejemplo: hay quien podría considerar que los dos primeros grados señalados
hacia arriba como “el Educado” (que
se le describe con hablar suave y sin decir groserías) y “el Refinado”, (muy de moda en la actualidad y que se identifica
con quienes van a los gimnasios) deberían considerárseles en menor grado de
masculinidad que el “Caballero Andante”.
No estoy de acuerdo porque sería darle la razón a aquellos que sostenían que la
educación, los buenos modales y la buena apariencia eran para las muchachas.
Por otra parte, “el Amanerado” sí es
un caso que confunde, por eso se ha ubicado en el límite, a mi manera de ver la
mayoría de ellos no es homosexual; más aún, he oído, entre las damas, que son
tremendos seductores. El caso siguiente, “el
Homo Macho”, también confunde porque usualmente es de apariencia muy
varonil y pertenece al grupo de los indecisos cuya definición puede ser tardía;
la mayoría parece que tiende a la homosexualidad. Los “De Closet” también tardan en definirse, aunque en la intimidad o,
por ejemplo, bajo el efecto del alcohol, tienden a manifestar su condición. Los
“Homo Hembra”, aunque sin usar
prendas femeninas, son bastante descarados, como dicen por ahí: muestran las
plumas. Los otros dos grados son muy evidentes.
El presente artículo puede ser leído en su totalidad AQUÏ
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