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Ing° Agr° Ariel Alvarez C
Cuando decidí salir de Venezuela, mi país, la región donde había nacido y desarrollado casi todas mis querencias, lo hice por dos razones: en primer lugar, dado que catalogaba al gobierno como de comportamiento idiota en el sentido de que teniendo el poder y los recursos de que disponía, actuaba como borracho, sin acertar un rumbo definido, cosa que le hice saber al galáctico mediante una misiva oportuna; y, en segundo lugar, porque mis actividades agropecuarias chocaban con mis convicciones de salud y bienestar; o sea, dicho claramente, que a través de mucho estudiar y experimentar conmigo mismo, llegue a la conclusión de que la mejor forma de preservar la salud y el bienestar era asumiendo que por naturaleza somos vegetarianos. Venezuela para mí, luego de muchos viajes y vivencias, no es más que un gentilicio ligado a una especie de cultura o comportamiento, deformada por la abundancia petrolera; de ver la vida, las fronteras son las que un día el imperio español decidió para la llamada capitanía general y eso de la pequeña Venecia no es más que una hipocresía ya que en castellano la terminación "zuela" no es más que un simple despectivo. ¡Abajo el patrioterismo!
Para seguir el cuento, me era imposible continuar la vida en las regiones donde había nacido y se me planteó la posibilidad de ir a España, Europa, la cual ya había explorado como estudiante en Francia y, como ciclista itinerante, en el resto de los países en mi estupendo viaje a la India para verificar mis conocimientos de yoga y observar de cerca el origen de las religiones y de gran parte de la cultura europea. Bueno, llego a España, específicamente a Galicia, tierra de los más denotados extraterrestres, como les dicen... Cuando un gallego va por una escalera, nadie sabe si sube o baja... Cual no es mi sorpresa cuando comienzo a conseguir gente de carácter idéntico al que había dejado en Venezuela; vocablos que oí a campesinos, a quienes tildamos de ignorantes, cuando lo que hablan es un gallego ancestral de varios siglos congelado en las soledades de los campos venezolanos. En los primeros meses, hago las gestiones para homologar mi Titulo UCVista, cosa extremadamente difícil, ¡¡¡además de que era viejo...y ahora más!!!... ya que con la edad de jubilación era casi imposible lograr algún trabajo. Recuerdo mi titulación francesa y me topo que, aun estando en Europa, aún no hay convenio con Francia al respecto. Recuerdo lo que mi mujer dice: “España es más África que Europa...salvo Cataluña”. Total, en tales circunstancias, cobrando una pensión mínima de Venezuela, que fue suspendida en el 2016, nos bandeamos para los gastos mínimos...Entonces, se me ocurre ponerme a dar clases de velerismo, que había sido mi gran pasión en las épocas difíciles de un adeco en el gobierno de Luis Herrera Campins, y me dedico unos años a ello, con lo que me ganaba unos cuantos "duros" o como decimos en venezolano:"churupos" que nos ayudaba a continuar la vida; paralelamente logro un puesto como profesor de yoga y de chi kung en un centro deportivo donde hay piscinas y gimnasio en el que permanecí unos 8 años, con una cierta estabilidad que hasta me permitió comenzar a practicar el maravilloso y denotado juego que es el golf.
En un momento determinado, dadas las características esclavistas de los españoles, acentuadas en Galicia, debí dar por concluida mi pasantía en el centro de clases de yoga y decido jubilarme, había estado durante 8 años cotizando a la seguridad social española, en calidad de autónomo, y recibo una modesta pensión que os nos permite vivir decentemente; claro, con ayudas adicionales del ayuntamiento. Por los momentos, tengo un sitio donde continúo dando clases de yoga y Chi kung que espero haga hasta que me muera.
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