Finalmente, el 14 de julio, se llevó a cabo, en el Paraninfo del Palacio de las Academias, el acto solemne de incorporación del Ing° Agr° Eduardo Ignacio Buroz Castillo como Individuo de Número de la Academia Nacional de Ciencias Físicas, Matemáticas y Naturales.
Felicitaciones al amigo, al colega, al compañero de trabajo y al maestro, quien expresara en su discurso de orden: “Recibir la distinción de Individuo de Número de la Academia de Ciencias Físicas, Matemáticas. y Naturales, es un inmenso honor que asumo con humildad. Honrarla compromete propósito y voluntad. Ella acrecienta en mi espíritu la disposición, vocación, compromiso y fortaleza de ánimo para aceptar y promover las tareas que corresponda cumplir para honor y lustre de la Corporación. Apreciadísimos académicos, al agradecer la confianza que me han concedido reciban el testimonio de mi aquiescencia a los principios, ley, reglamentos y normas de la Academia y de mi motivación y voluntad de dignificarla…”
Su discurso, como él mismo lo señalara, se refirió a Pedro Pablo Azpurua Quiroba, “… mi predecesor en el Sillón V. Honra, responsabilidad, consideración, admiración, respeto y un inmenso afecto, se conjugan en la amalgama de sentimientos que se agolpan en mi espíritu en búsqueda de la expresión adecuada que manifieste la obligación que contraigo con la dignidad que me ha sido conferida y el entusiasmo que plena mi espíritu al asumir dar continuidad, desde la perspectiva de sus enseñanzas, a ideas, propuestas, análisis e interpretaciones, siguiendo su legado de prospector, preceptor y ductor de una generación de venezolanos comprometidos con la gestión de las aguas, el ordenamiento territorial, el urbanismo, la función de las obras públicas, el sentido económico de la gestión pública y de la privada. la compresión de nuestra historia, la valoración de nuestro espacio cultural en el seno de la civilización occidental, la vocación de servicio, el sentido de la política y la profunda fe en los jóvenes y en su capacidad transformadora.
Con Pedro Pablo me unió una intensa relación humana y profesional, signada por su ejemplarizante actitud, por el acicate para el cumplimiento del camino emprendido, por su desprendimiento intelectual. Él fue y es inspirador de mi esfuerzo y declaro, con orgullo, que siento la satisfacción de seguir su pauta en la medida de mis personales posibilidades. La impronta de sus enseñanzas está presente en mis reflexiones y publicas manifestaciones”
Al final, haciendo un ejercicio de prospección, habla a sus nietos, extiendo su mensaje a la juventud del segundo tercio del siglo XXI, tratando de dialogar con los responsables del porvenir… nos dice: “A solas, pienso en la fe que debe tener un preceptor. No hay examen para constatar el aprendizaje. Hay que creer que las palabras son semilla en tierra fértil. Pienso que, ante el paso inexorable del tiempo, hay un momento, que cada quien sabrá reconocer, donde es menester comunicar, pregonar imaginaciones, anunciar hipótesis, configurar y exponer ideas. Será el momento de repartir el patrimonio intelectual con alegría. No será necesaria la rigurosidad académica, ni la exposición docta, plena de citas que sustenten planteamientos. Será tiempo de dejar que fluyan de las recónditas circunvoluciones del cerebro lo que creemos, lo que pensamos, lo que postulamos, las hipótesis que concebimos y no tuvimos tiempo de probar, el plan que creímos o creemos conveniente. Será el momento de dar paso al preceptor que esparce ideas para promover futuros
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