Pedro Raúl Solórzano Peraza
Helio Campos Giral, después de sobrepasar los 93 años de edad, de los cuales más de setenta fueron dedicados a andar por el país llevando su sapiencia en las Ciencias Agronómicas para apoyar y mejorar la agricultura nacional, ahora anda en otra dimensión, desde donde nos alienta a seguir insistiendo en esta noble actividad de producir alimentos. En lo personal tengo una profunda admiración y un especial agradecimiento hacia este venezolano ejemplar, quien fuera mi profesor en las aulas universitarias y luego en la vida profesional, ya que tuve la suerte de trabajar a su lado en la empresa PROTINAL, C.A. por más de trece años, durante los cuales siempre compartió con su grupo de trabajo su vasta experiencia y múltiples conocimientos.
Egresó como Doctor en Agronomía mención Summa Cum Laude de la Facultad de Agronomía de la Universidad Central de Venezuela y obtuvo dos posgrados en los Estados Unidos de América, uno en producción animal en California y otro en producción vegetal en Louisiana, en esta última, además, honrado al ser electo miembro de la Honor Society of Phi Kappa Phi como estudiante de posgrado destacado por su excelente rendimiento académico. Con todo ese bagaje intelectual y luego dedicado al ejercicio de la agronomía durante tantos años, logró acumular un amplio conocimiento científico, tecnológico y práctico de nuestra agricultura, con lo cual pudo contribuir significativamente en su desarrollo.
Un ejemplo de esa contribución, que retrata la capacidad del Doctor Helio Campos, me viene con el recuerdo de que en 1970 se iniciaron las siembras de sorgo granífero en las cercanías de la población de Chaguaramas, estado Guárico. Éste era un pueblo que se encontraba casi en el abandono, donde cada día aumentaba el número de casas muertas como las descritas por Miguel Otero Silva en referencia a la población de Ortiz, y donde cada día disminuía el número de pobladores que iban huyendo hacia otros lares más prometedores. Se había convertido solamente en una encrucijada de caminos, donde paraban algunos viajeros a refrescarse con una bebida fría o a saciar el hambre en un par de sitios que existían para comer, mientras descansaban un rato para retomar sus rutas hacia Valle de La Pascua, El Socorro o Santa María de Ipire en la ruta del oriente; o hacia el Km 133; o hacia Altagracia de Orituco, Lezama y otros poblados en la vía del norte; o hacia Las Mercedes del Llano en la vía del sur buscando al imponente Orinoco; o hacia Maracay y el resto del centro del país en la vía del oeste.
A mediados de ese año 1970, luego de deforestar y acondicionar varios cientos de hectáreas en una finca que adquirió PROTINAL, C.A. por intermedio de Don Eugenio Mendoza Goiticoa, comenzaron las siembras de sorgo, y el pueblo identificaba aquel emprendimiento como “La Mendoza”. Luego, sobre el portón de la entrada principal de aquella hacienda se colocó un gran letrero que decía: Agrícola Chaguaramas, C.A., que fue la empresa encargada por muchos años de sembrar y promover la siembra de este cereal no solo en Guárico sino en toda Venezuela, lo que sirvió para que en adelante el pueblo identificara a la empresa como “La Agrícola”. Toda la estrategia, las prácticas de manejo del cultivo, la organización empresarial necesaria para atender una siembra que llegó a superar las 3.000 hectáreas en esa sola unidad de producción, la investigación para mejorar cada día la productividad y el manejo de los recursos naturales, y otras actividades, tenían el sello del Doctor Helio Campos Giral.
Algunos lotes sembrados lindaban con la carretera nacional que une a El Sombrero con Chaguaramas, lo que cambió el paisaje cuando de aquellas llanuras onduladas y agrestes ahora surgía el verdor de las hojas del sorgo y sus preciosas panículas, rojizas algunas y amarillentas otras. Aquella riqueza también cambió el futuro de aquel pueblo guariqueño, porque dejó de ser solo una encrucijada de caminos, para ser un destino de personas que de alguna manera participaban en la producción y comercialización del sorgo.
Así como Campos Giral tuvo esa destacada participación en lo que pudiéramos llamar la verdadera primera ruta del sorgo granífero, también la tuvo en lo que se puede considerar la primera ruta de la soya en Venezuela, cuando desde mediados de los años sesenta comenzó a evaluar cientos de cultivares de esta leguminosa provenientes de diversas partes del mundo, para seleccionar apenas a la variedad Improved Pelican, originaria de USA, ya que todas las demás eran fuertemente afectadas en su desarrollo por el fotoperiodo tropical de días cortos, cuando aún no existían los materiales actuales adaptados a bajas latitudes. Esa variedad se utilizó en muchos programas comerciales de soya que se continuaron por varias décadas, y sentaron las bases para el conocimiento y desarrollo de tecnologías para la producción de esta maravillosa planta en los sistemas suelo-clima del país.
La pasión del Doctor Campos Giral por la agronomía fue tal, que fue de los pocos profesionales del agro a quien he escuchado recitando algunos de esos magistrales versos de Don Andrés Bello….
¡Salve, fecunda zona
que al sol enamorado circunscribes
el vago curso, y cuanto ser se anima
en cada vario clima
acariciada de su luz concibes!
… Abrigo den los valles
a la sedienta caña;
la manzana y la pera
en la fresca montaña
el cielo olviden de su madre España;
adorne la ladera el cafetal;
ampare a la tierna teobroma en la ribera
la sombra maternal de su bucare;
aquí el vergel, allá la huerta ría.
Allá está el Doctor Helio Campos Giral, amparado por la bonhomía que lo caracterizó en su tránsito terrenal, como al tierno cacao lo ampara la sombra maternal de su bucare.
Descanse en paz.