La Sesión Solemne de incorporación del colega Rafael Isidro Quevedo Camacho (Promoción Profesor Alvaro Martínez, UCV, 1966,), ante la Honorable Academia de la Ingeniería y el Hábitat (ANIH), se llevó a cabo el pasado 22 de septiembre en el Paraninfo del Palacio de las Academias, en la ciudad de Caracas.
A continuación, transcribimos parcialmente el texto de su discurso de incorporación, el cual puede ser leído en su totalidad, siguiendo el enlace:
“… Deseo iniciar estas palabras, agradeciendo a la honorable Academia Nacional de Ingeniería y el Hábitat por aceptarme entre sus miembros. Desde el Centenario del Nacimiento de nuestro Libertador, Simón Bolívar, con cuyo motivo el General Antonio Guzmán Blanco tuvo a bien fundar la Academia Nacional de la Lengua, se constituyeron progresivamente las Ilustres Corporaciones hasta culminar al final del Siglo XX, con la más reciente de ellas, la de la Ingeniería y el Hábitat, vinculada con un amplio campo del conocimiento y con un Gremio, que como el de los Ingenieros, representan más de trescientos mil universitarios en diversas áreas del quehacer profesional, científico y académico de la vida nacional, dando su aporte al desarrollo del país en aspectos tan diversos como la Ingeniería Civil, de Petróleo, Geología y Minas, Electricidad, Electrónica, Mecánica, Industrial, Química, de Procesos, de Producción, de Sistemas, Agronómica, del Ambiente, Geomática y muchos otros, donde sus miembros constituyen un banco de talentos humanos al servicio de la nación y a su Colegio de Ingenieros en una Institución que a través de su larga historia ha sido un órgano rector y asesor del desarrollo nacional, público y privado en los diversos campos de su competencia, en los cuales, los Ingenieros han dado su aporte para modernizar el país y crear las condiciones para un vida mejor de los venezolanos.”.
Al asumir esta incorporación, como miembro correspondiente por el Estado Barinas, la Entidad Federal de la cual soy oriundo me siento en la obligación de destacar la importancia de mi región natal.".
Las tierras de Barinas, según el historiador Virgilio Tosta, oriundo de Guadarrama, un pueblo de nuestros llanos, estaban ocupadas en tiempos precolombinos, por diversas tribus de indígenas, en cuyos extensos horizontes, discurrían los barinas, suripaes, torunos, canaguaes, grupos de los jirajaras, de los caquetíos, ajaguas, achaguas, guamonteyes y muchos otros, los unos de la localidad y otros provenientes de las llanuras profundas, de las costas y de las regiones que hoy forman Lara y Yaracuy y Falcón, timoto-cuicas venidos de las tierras andinas. En aquellos tiempos eran espacios de encuentro de poblaciones autóctonas, las cuales discurrían por un extenso territorio bañado por numerosos ríos, con un paisaje de sabanas y grandes bosques, llenos de una rica biodiversidad que en su conjunto permitía a sus habitantes una vida muy cercana a la imagen que tenemos en nuestras mentes, del paraíso terrenal. Aquella región, encontrada por los conquistadores, era tierra de confluencia de poblaciones en un crisol de tribus que aprendieron a convivir con sus entendimientos y conflictos, dedicados principalmente a la caza, a la pesca, la artesanía y a determinados cultivos tropicales que completaban su alimentación. Esa Barinas, que con el advenimiento de los españoles, pasó a conformar un territorio, hoy correspondiente a los Estados Apure, Portuguesa, parte de Cojedes y de Mérida y el propio Barinas, fue escenario inicial de un proceso sangriento de conquista y colonización, organizado por el Gobernador de la Provincia del Espíritu Santo de la Grita, Francisco de Cáceres, en acuerdo con el Capitán Andrés Varela, quién fue investido por aquel con el título de Teniente de Gobernador y Capitán General de la Gobernación del Espíritu Santo, autorizado para “fundar pueblos y ciudades en los lugares que considerare adecuados para poblar”.
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