A continuación, transcribimos parcialmente el texto del discurso de bienvenida, a cargo de su condiscípulo Académico Vicepresidente, Ingeniero Agrónomo Eduardo I Buroz Castillo; discurso que puede ser leído en su totalidad siguiendo el siguiente enlace:
“… Agradezco a la Academia Nacional de la Ingeniería y el Hábitat, la distinción con que me ha honrado otorgándome la deferencia de dictar el discurso de bienvenida al Doctor Rafael Isidro Quevedo
No es fácil vencer la emoción de recibir en esta sala capitular, cumpliendo con la solemnidad académica de incorporación como Miembro Correspondiente por el estado Barinas, a uno de los más representativos miembros de la XXII Promoción de Ingenieros Agrónomos de la Ilustre Universidad Central de Venezuela. Ruego a Dios, que la voz no se me quiebre al pronunciar estas palabras y es, que Rafael Isidro y yo, somos condiscípulos, compañeros de andanzas universitarias y amigos en un largo periodo de cincuenta y cinco años.
Compartimos una herencia común, nuestra formación en las aulas, parcelas experimentales y laboratorios de la Facultad de Agronomía. Desde sus tierras nos habla una herencia de sucesos nacionales ocurridos en una de las más emblemáticas estancias de Venezuela, la hacienda La Trinidad. Este significativo lugar fue sede del Cuartel General del Generalísimo Francisco de Miranda, por lo que en sus campos nuestro ilustre Precursor debió tomar decisiones trascendentales y, así debió ocurrir igualmente, con Presidentes de Venezuela que fueron dueños sucesivos de esas heredades.
Cuando se pisan esas tierras concedidas para asiento de nuestra facultad, un aliento de historia debe anidar en nuestro espíritu y hacernos comprometer con el futuro de nuestra patria. Aliento que emanó con firmeza al expresarnos en el Mensaje que difundimos en ocasión de nuestra graduación cuando anunciamos aspiramos a servir de elemento para la conducción de nuestro pueblo, a ejercer el liderato que nos corresponde y a promover la acción bajo nuestro impulso. Afirmábamos, nuestra voluntad es por el engrandecimiento del país, dando permanente testimonio e invitando a todos a la unión, en esta acción solidaria; ofrecíamos, con pasión juvenil, fortalecer la institución universitaria. Sellábamos nuestro pacto con el juramento colectivo de constituir nuestro quehacer en el estudio constante, en la renovación permanente, en ser una promoción de hombres para el trabajo. Asumíamos que, en una correcta jerarquía de valores, trabajar es lo primero. Declaramos sentirnos voluntarios activistas de comunidades con derechos, libertades y actividades propias y donde cada hombre en plena facultad de sus libertades cívicas y sociales pudiera participar en la construcción de una civilización, signada por el saber, la colaboración, la espiritualidad y la fraternidad.".