Pedro Raúl Solórzano Peraza
Hace varias
semanas la Facultad de Agronomía de la Universidad Central de Venezuela celebró
su LXXX Aniversario, ya que el 13 de octubre de 1937 por disposición del
ciudadano Presidente de la República General Eleazar López Contreras, se funda
la Escuela Superior de Agricultura y Zootecnia, adscrita al Ministerio de
Agricultura y Cría, cuyo campus inicial estaba ubicado en la Hacienda Sosa, en
El Valle, aledaña a la ciudad de Caracas.
A causa del
crecimiento de la ciudad capital y la presión de su expansión hacia el sur, la
sede de la escuela es trasladada a Maracay en el año 1940, ubicándose el nuevo
campus en las Haciendas El Limón y La Trinidad. En 1945 su funcionamiento es
adscrito a la UCV y se denomina Facultad de Ingeniería Agronómica; casi en
seguida, en el año 1948, la naciente facultad pasa a formar parte de la
administración de la universidad. En 1952 se denomina Facultad de Agricultura y
en 1958 se identifica como Facultad de Agronomía, nombre que ha perdurado hasta
los momentos actuales. Desde esa época han ocurrido algunas revisiones de
pensum, reorganización de institutos y departamentos, fundación de estaciones
experimentales en diversos lugares del país, creación de estudios de posgrado y
otros cambios, que definen la actual fisonomía de la institución.
Por supuesto, en
la nueva escuela de estudios superiores de agronomía había un gran déficit de
profesores, ya que antes de su fundación pocos estudiantes venezolanos
siguieron estos estudios en otros países donde se ofrecía esta carrera a nivel universitario,
y no todos ellos, al regresar graduados, tuvieron la intención de dedicarse a
la docencia y a la investigación en las ciencias agronómicas, actividades que
marcaban las responsabilidades fundamentales de estos profesores. Ante esta
ausencia de personal docente y aprovechando la inestabilidad política y social de
los países europeos debido a los acontecimientos de la II Guerra Mundial, una
gran cantidad de los cargos vacantes de la naciente escuela fueron ocupados con
la contratación de profesionales de estos países, principalmente de Alemania,
Italia, Hungría, y España. Posteriormente, a ellos se fueron anexando
profesionales de países latinoamericanos, principalmente de Chile, Colombia,
Perú y Argentina, en los cuales los estudios agronómicos de nivel universitario
tenían una dilatada tradición.
Así comenzó a
evolucionar nuestra querida Facultad de Agronomía, de cuya historia muchos de
los que están leyendo estas notas han sido protagonistas, han permanecido por
años en sus aulas y laboratorios, han recorrido sus jardines y pasillos; otros
finalizaron la academia y frecuentemente o eventualmente son visitantes por
placer o porque buscan alguna información u orientación profesional. En lo
personal he estado ligado a la facultad desde 1960, cuando llegué a comenzar
mis estudios, mi formación universitaria, disfrutando de unos años inolvidables
por lo aprendido y por la convivencia con compañeros estudiantes, profesores,
empleados y obreros, entre quienes existía una increíble camaradería. Al terminar
los estudios he seguido ligado a la institución como profesor y como asiduo
visitante.
Esta vivencia de
la mayor parte de la historia de la facultad (57 años), me ha permitido
reconocer la importancia que en su desarrollo han tenido tantos profesores
venidos de otros países, pero en especial los italianos. Éstos se destacan por
su elevado número en comparación con los demás, por su dedicación, por su
simpatía, por su trato respetuoso con todos los integrantes de la comunidad
universitaria. En tal sentido, presento brevemente a algunos de sus
representantes que recuerdo:
Bruno Mazzani en
el Departamento de Agronomía; Gino Malagutti y Giovanna Ferrari en Botánica; lo
que llamábamos la mafia italiana de topografía integrada por Ubaldo Selleri,
Raúl Taffarelli y Buzzy; Massimo Corrente en Química; otros como Celestino
Bonfanti quien modernizó la biblioteca de la facultad y Dora Micheletti de
Zerpa quien fue la primera egresada en la historia de la facultad y se
desempeñó como profesora de genética, no nacieron en Italia pero por sus venas
corría la sangre italiana; finalmente Mauricio Riccelli, nacido en Italia pero
graduado en nuestra facultad, se desempeñó como profesor de genética.
Hay otros tres
italianos que han tenido una interesante participación en lo que es la
educación superior en agricultura en Venezuela, poco conocidos por muchas de
las personas egresadas de la facultad, que son el Dr. Girolamo Azzi, el Dr.
Augusto Bonazzi y el Ingeniero Agrónomo Domenico Milano. El primero recordado
por muy pocos, el segundo por algunos, pero el tercero es casi un desconocido.
Veamos:
Comencemos con
el Ingeniero Agrónomo Domenico Milano: Durante las guerras de la independencia
venezolana un militar italiano de nombre Carlo Luigi Castelli, conocido como
Carlos Luis Casteli, el año 1815 conoció al Libertador Simón Bolívar en Haití,
por quien sentía una gran admiración, uniéndose al ejército patriota. Participó
en la Batalla de Carabobo en 1921 y mantuvo una gran amistad con el Libertador
hasta su muerte en 1830. Por esa amistad con Bolívar, fue molestado,
perseguido, amenazado, lo que forzó su regreso a Italia. A los pocos años fue
enviado de nuevo a Venezuela pero ahora como diplomático, en virtud de lo cual,
organizó la primera inmigración masiva de ciudadanos italianos hacia nuestro
país (aproximadamente 300 personas). Estos voluntarios salieron de Italia y aún
muy cerca de las costas itálicas el barco se hundió, por lo que la mayoría de
los viajeros seleccionados rehusaron continuar el viaje en otra embarcación, y
en el grupo que decidió venir, llegó a Venezuela el Ingeniero Agrónomo Domenico
Milano. Debido a la ausencia de los estudios agronómicos en el país y ante
tantos recursos que pudieran ser importantes para la actividad agrícola, el
Ingeniero Milano funda los primeros “estudios agronómicos superiores” de
Venezuela con el establecimiento de la Escuela Normal de Agricultura por la
Diputación Provincial de Caracas el 9 de diciembre de 1843. Algunas personas
consideran que este instituto fue el precursor de la actual Facultad de
Agronomía de la Universidad Central de Venezuela.
Continuemos con
el Dr. Augusto Bonazzi: Nació en Roma en 1890 y murió en Caracas en 1974. Se
graduó de Doctor en Ciencias Agrícolas y en Química en 1910, y desde 1911 se
vino a trabajar como investigador en la Estación Agrícola Experimental de
Wooster en Ohio, USA, en el área de tecnología y biología de suelos. De allí
pasó a Cuba como investigador en la Estación Experimental de Caña de Azúcar de
la American Sugar Co. Luego pasó a Venezuela, en 1937, como investigador del
Laboratorio de Química de la Estación Experimental de El Valle, adscrita al
Ministerio de Agricultura y Cría, donde llegó a ser Director del Servicio de
Investigaciones del ministerio. Estando en esta posición, fue propulsor de la
creación de la Escuela Superior de Agricultura y Zootecnia, embrión de la actual
Facultad de Agronomía de la UCV, donde fungió como profesor de varias
asignaturas. Fue profesor de química en la Facultad de Farmacia y en 1958 pasó
a la Escuela de Química al fundarse la Facultad de Ciencias. Mantuvo relación
estrecha con pedólogos y edafólogos de la Facultad de Agronomía.
Finalmente,
Girolamo Azzi: Científico nacido en Imola, Italia el año 1885 y fallecido en
1969, fue un pionero de la ecología mundial y de lo que se denominó ecología
agraria, en la cual definió la unidad clima-suelo para estudiar el efecto del
entorno sobre el crecimiento de las plantas, o cómo las plantas reaccionan a
los cambios “ecológicos” del entorno. Hablaba varios idiomas, lo que le
permitió viajar por el mundo promoviendo sus estudios sobre ecología y organizando
cursos universitarios en esta materia. En uno de sus viajes a América
permaneció en Venezuela por un período de tiempo considerable, participando
como profesor de ecología en la Facultad de Agronomía y publicando en 1947, por
medio del MAC, su versión española del libro Ecología Agrícola.
Cuando en 1960
llegué a Maracay a iniciar mis estudios de agronomía en la facultad, encontré
en la librería el libro Ecología Agrícola de Girolamo Azzi, el cual por el
interés que tenía y lo barato de la obra (creo que su precio era Bs. 3,00) lo
compré. En una oportunidad, trabajando como ingeniero con personas egresadas de
la facultad, pero que comenzaron sus estudios desde el campus de El Valle en
Caracas, hice el comentario del libro en cuestión y una de esas personas me
relató una anécdota de Girolamo Azzi, quien había sido su profesor de ecología.
La anécdota en cuestión ocurrió en la primera clase del curso, y aunque parezca
contradictorio, era para motivar a la audiencia, ya que con el español con
acento italiano del profesor, lo que expresó al comienzo de la clase sonaría
más o menos de la siguiente manera: “La ecoloyía e la ciencia con la quale e
sin la quale, tutto sigue iquale”.