Julio Viera D
En esta cuarta entrega, seguiré con la sección de las películas; pero en esta oportunidad me referiré a las películas venezolanas. En la entrega anterior quise empezar con las películas latinoamericanas porque, particularmente Argentina y México, tuvieron mucha influencia en el inicio del cine en nuestro país.
Yo creo que en Venezuela el cine tuvo cinco comienzos. Los tres primeros duraron poco tiempo, en el cuarto es cuando hay un verdadero arranque y, en el quinto, logra consolidarse. Veamos algunos detalles de esos comienzos.
El primero, en la década del 40, fue un comienzo tímido, se basó principalmente en co-producciones con países como Argentina.
“La Balandra Isabel Llegó Esta Tarde”, Premio de Fotografía en Cannes 1951, es el ejemplo más conocido. Basada en un cuento del escritor venezolano Guillermo Meneses, fue protagonizada por los actores argentinos Virginia Luque y Arturo de Córdova; entre los venezolanos se destacaron Tomás Henríquez y el niño Néstor Zavarce.


Continúan las coproducciones con México, “Yo y Las Mujeres”, con Amador Bendayán), fue una de ellas. En otras aparecieron algunos cantantes como Alfredo Sadel y Adilia Castillo. A finales de los sesenta, Joselo protagoniza “El Raspao”, basado en un cuento de José Izquierdo.

La Fundación de la Villa del Cine, más o menos en el 2000, permitió un quinto comienzo, el cual coincide lamentablemente con el inicio de la decadencia de Román Chalbaud que, debido a su simpatía con el gobierno, comienza a dirigir películas por encargo como “El Caracazo” y “Ezequiel Zamora”. Varios films de este ciclo han resultado muy exitosos como “Habana Eva” de Fina Torres (Fig. 7), “Azul y no Tan Rosa” de Miguel Ferrari (Fig. 8) y “Papita, Maní, Tostón” de Luis Carlos Hueck (Fig. 9)
A pesar de la influencia de Argentina y México, el cine venezolano no siguió la tendencia de costumbristas, comedias y dramas. En “La Balandra Isabel Llegó Esta Tarde” y “Araya” se muestran algo de las costumbres de la gente de la costa pero es porque se trata del escenario
En la primera, también se muestra algo de los bailes de tambor, igual que en alguna que otra película, pero no se ha destacado.
Sobre la música llanera, que es la más representativa del país, creo que se ha mostrado poco. Recuerdo que en la versión mexicana de “Doña Bárbara”, se presenta un grupo con arpa tocada a la manera veracruzana que, a mi parecer, desentona. Sobre los otros dos géneros, ha sucedido algo muy venezolano, los mezclan. De esta manera, en el desarrollo de la película, el espectador puede reír y llorar. A José Ignacio Cabrujas (QEPD) le gustaba escribir libretos de esta forma, por ejemplo: “Homicidio Culposo” y “Amaneció de Golpe”.
Se ha dicho con frecuencia que las películas venezolanas ofrecen mucha violencia y dicen muchas groserías y que por eso no tienen mucho público. No me parece un buen argumento porque Venezuela, lamentablemente, es un país violento y se dicen groserías hasta sin necesidad; además películas muy taquilleras, como “Soy Un Delincuente”, I y II, de Clemente de La Cerda, han sido las que han tenido más público. También se puede agregar que el cine norteamericano ofrece muchas películas que se caracterizan por esas dos razones (las groserías no se entienden porque no salen en los subtítulos o no las traducen).

En los últimos años se había logrado estabilizar una buena producción anual de películas, de 3 o 4, pero en los dos pasados parece que ha vuelto a bajar.
En la próxima entrega trataremos el Cine Norteamericano.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Muchas gracias por su participación.