Ing° Adalberto Gabaldón Azuaje
Segundo Barroeta acaba de publicar su libro “Personajes Trujillanos a través de la Anécdota”. Lo festejamos en un grato acto celebrado en el Colegio de Ingenieros y promovido por ACITRUJILLO quienes adelantan una encomiable labor de trujillanismo y trujillanidad.

¡Llamen a Segundito...! se oía en la casa cuando una fiebre o quebranto aparecía. Al ratico llegaba, recetaba, tranquilizaba, se iba y todo el mundo contento. Lo de Segundito es porque así se le llama en su seno íntimo y familiar porque Don Segundo era su papá y yo crecí pues, llamándolo así… Segundito. Con el tiempo se mudó, junto con todos los Barroeta Azuaje, mi abuela, mis tíos, Don Victoriano, quienes eran sus primos y su tío. Se mudó, repito, a Barquisimeto donde por más de medio siglo ha sido el Doctor Segundo Barroeta, notable dermatólogo. ¡Allá mandaba mi papá a quien se le acercaba en procura de orientación médica… vaya donde Segundito que se fue para Barquisimeto… vaya allá y él lo va a curar!!
Pero siempre regresaba a su San Jacinto, y daba su vuelta por las casas de su gente. Nunca sentimos que se había desvinculado. Siempre estuvo ahí. Pendiente y atento. Mientras tanto yo crecía y de la infancia pasé a la adolescencia y al Cristóbal Mendoza. Y llegó el momento en que también me tocó partir. Eso fue el 1 de agosto de 1963. Y Segundito, que había estado en la fiesta rumbosa que dimos los bachilleres en el Country Club, me preguntó “¿qué vais a hacer vos?” Bueno, le respondí, mañana me voy pa’ Caracas a estudiar Ingeniería… “Ahh,” añadió. “Si querés, venite conmigo hasta Barquisimeto que yo te mando desde allá pa’ Caracas…” Al día siguiente, muy temprano, me recogió en mi casa y salimos para Barquisimeto. Fueron 3 horas en donde Segundito habló y yo escuché. Prácticamente me dibujó la vida que me esperaba y las penurias y flaquezas que podían derrumbarme si no estaba preparado física y mentalmente. “Tu primera prueba la tendrás la semana próxima cuando tengás que lavar tu ropa sucia… si no resolvés eso, te veré derrotado en el arranque y te regresarás corriendo donde Vitalocia...” Afortunadamente superé ese obstáculo y todos los que me fue señalando y advirtiendo en esas 3 horas que pasé junto a Segundito.
El tema es que cuando llegamos al puente de la Plazuela, justo al pasarlo, frenó en seco, orilló el carro y me dijo en tono imperativo “BAJATE…”. Yo me quedé tieso, no sabía qué hacer, casi entro en pánico. Insistió “bajate” (es bajate y no bájate) … así lo hice y entonces me mandó a que brincara… “Saltá, brincá…” lo hice y ya me estaba engorilando cuando me dijo “eso es que pa que te sacudais y dejés el pendejo aquí mismo… desde hoy tu vida cambia” …
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Muchas gracias por su participación.